Te susurro mis enigmas
(Imagen creada por Inteligencia Artificial)
Se desliza un suspiro tan leve
que los muelles lejanos se suspenden del aire
mientras resbala una gota profunda, pensativa
por el canal inclinado de la noche,
por los elefantes que recorren lentamente
los caminos del aire
transportando alboradas en sus trompas
Si me das tu mano y recorremos
las avenidas invisibles de la atmósfera
llegaremos al limbo negro y más allá
a la masa expectante
de nuestros dedos con sueños de serpientes
de nuestras miradas que senifican los paisajes
y edificaremos planos inclinados
y haremos que la noche se sostenga
de los ijares del día
para avanzar
rotunda,
feroz y levantina
hasta los botones de harmalina
que elevan suelos y subsuelos
hacia el aire abierto
de las celestes cavidades.
Rondan aves pequeñas
con cantos descomunales,
capaz de derrumbar catedrales,
palacios,
diques,
muertes.
Si me das tu mano
y recorremos la piel de este paisaje
sintiendo en nuestras plantas los mensajes
de metales añejos
mientras la tarde tibia nos cubre
con su olor a menta y pachulí,
nos iremos en cuerpo y en espíritu,
nos verán volar hasta perdernos:
llamas opacas
buitres de sal.
Ahora llámame desde tu lejanía,
arrójame tus bosques y haz que se detengan
a centímetros del cráter de mi cráneo
a pulgadas de los agujeros de mi mente.
Mira llover el sol
siente la soledad de los moluscos
que se han colado hasta tu empeine
cuando recorres descalza la foresta
cuando tus pies descifran
el sentido antiguo de las runas
grabadas en el pedregullo
que no es otra cosa
que la piel de los días,
los que han pasado,
desfilado,
resbalado
en ese vacío que arañaba entrañas y palomas
y que jalaba hacia abajo y hacia arriba
los pájaros perdidos y encontrados,
aquellos que nos completaban
y que fuimos a buscar al inicio del tiempo
para encontrarlos al final,
en las trompetas
en el dolor,
los arañazos,
los reclamos
Tomate de mis hombros y aprieta
ese núcleo caliente
que encontrarás en la base de mi cuello
y marchemos como bólidos
hacia los vórtices que nadie ve,
que todos aman
que todos sienten y presienten
y que nos cierran las gargantas.
Observa:
el crepúsculo
pasó del amarillo al rojo
mientras te susurraba mis enigmas
Nuestras palomas invisibles
resbalaron su sol y su saliva
hasta llenar la nada
y apagar los cielos,
y apagarnos.
De OBRA POÉTICA DE GOCHO VERSOLARI - Blog de poemas
GOCHO VERSOLARI