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VIAJAR EN MITO 05 - Bosque, ciencia y una incursión a Gaia

 

 

 

 

Intervención 5– El Bosque

 

En la realidad extraordinaria a la que podemos acceder por la visión mítica, existe un bosque enorme. El mismo es algo vivo y cuando digo "vivo" me refiero a una existencia dúctil, proteica. Los árboles que forman el bosque, por ejemplo, son a su vez aves, de peces y mamíferos

En esta realidad mítica no existen mapas: se accede a ella con los principios de Abya Yala que ya expusimos, es decir el entorno como una parte de nosotros, como tendencias, pensamientos, instintos que se encuentran a la vez dentro y fuera de nuestros cuerpos y mentes. Cuando estamos en ese bosque funciona el vínculo primario que lo convierte en Abya Yala, por lo que no se pueden realizar mapas, es decir objetivarlo, convertirlo en cosa, enfrentarlo a mí mismo. Además, tratándose de la realidad mítica, no intervienen los principios científicos, así como los esquemas y barreras propios del pensamiento dogmáticamente racional que sostiene gran parte de la ciencia.

Además, el bosque está en constante cambio: otra de las dificultades para establecer un mapa o un esquema que lo represente. Este cambio evidencia su carácter vivo; cada día, tramos enteros desaparecen y son reemplazados por otros en lo que para nosotros serían minutos u horas. De este modo, si elegimos un claro, un sendero, un sitio del bosque, puede no existir cuando regresemos. Los habitantes, en especial unos animales similares a ciervos son decisivos en mantener esa coherencia. Todo ser del bosque es el bosque mismo. Esta es una verdad que tiene como molde una premisa universal. Podría decirse, por ejemplo, que todo ser humano que habita en el cosmos es el propio cosmos. Esto resulta evidente al abordar la realidad mítica, pero se oscurece cuando nos anclamos en la percepción ordinaria, donde el mundo es “el patio de los objetos” y el entorno aparece irremediablemente separado de mí. Volviendo al bosque, se requiere para orientarse en él el concurso de uno de sus habitantes. Es necesario entrar en la fronda, sentarse, dejarse llevar por la calma, la paz que siempre están presentes y aguardar a un ser que se presente. Puede ser un animal que hable, un insecto o alguien que se limite a mirarnos fijamente dando a entender que lo sigamos.

¿Qué buscamos en el bosque? Desde una medicina a la esencia de alguien que se ha perdido. Nuestra presencia en esa foresta extraña nunca es casual, siempre va movida de algún objetivo. El propio bosque se hace cargo: examina el objetivo del viajero, lo evalúa, determina si es posible cumplirlo y en caso afirmativo envía un mensajero que servirá de guía.

El bosque exige ciertas ceremonias. En general, los ritos de la realidad mítica son ad hoc, es decir elaborados para el caso preciso. Si el agente mítico escribe poesía, por ejemplo, la redacción de poemas reemplazará a los sortilegios: se buscan rituales creativos, siempre cambiantes. La etimología de rito hace referencia a cierto tipo de actividades que tienden a establecer un orden con el cosmos. Las iglesias, en particular las cristianas, le dieron a esta palabra una connotación confesional que no tenía en sus principios. Así, los ritos se han difundido de acuerdo a como se practican en los ámbitos clericales: la repetición cíclica de ciertas acciones, como las ceremonias de semana santa en la iglesia católica, por ejemplo. Los rituales que exige la visión mítica, en cambio, apuntan a la creatividad: si estoy interviniendo a determinada persona, el ritual deberá establecerse con sus características individuales y en el preciso momento en que es requerido.

En el bosque también tiene vigencia el ritual entendido en estos términos, pero son frecuentes los ritos fijos. En muchos casos, y en el marco de la visión mítica, son protagonizados por entidades que en nuestro nombre o en el de otros buscan determinados objetivos. La tendencia a la fijeza en los rituales del bosque está vinculada al aspecto cambiante del mismo: es necesario que los habitantes de la floresta anclen en cierta costumbre cíclica, en cierta repetición para mantener pautas mínimamente estables de relación con el cosmos.

Asimismo, en el bosque dejan de regir de ciertos principios aristotélicos. Es decir una persona que entre al bosque puede descubrirse simultáneamente en varios lugares haciendo cosas diferentes. Del mismo modo el bosque tiene un mecanismo de rotación que se activa con un movimiento del cuerpo virtual, una media torsión que cambia de pronto el paisaje, y permite iniciar, por ejemplo, otra actividad, otro ritual o intervención en un sitio completamente diferente hasta practicar simultáneamente varias actividades opuestas dentro del mismo bosque.

Es en este bosque donde se juegan situaciones muy delicadas como las de los sacrificios sobre los que volveremos más adelante.  Es un lugar donde el agente mítico puede permanecer para recuperar fuerzas o  realizar algunas actividades estelares.

 

 

 

 

 



Explicación 06

Artefacto Mítico Ritual

En forma deliberada, al referirnos al mito no hemos utilizado definiciones ni conceptos precisos, si bien sobre el término en cuestión hay cantidad de explicaciones. Preferimos que sea así, ya que el mito no es algo separado de nosotros, sino que a lo largo del día una persona sometida a una educación racionalista, cerrada por completo a formas de percepción extraordinaria, puede disponer de varios momentos míticos. Los mismos emergen cuando utiliza analogías, parábolas, cuando un hombre o una mujer tiene contacto con sus hijos y debe explicar a través de un cuento ciertas situaciones que podrían ser expresadas racionalmente. También si en momentos libres recurre a ver televisión, o leer una novela o abordar un libro de poesías. Todo esto no altera los basamentos de su educación, los fundamentos aparentemente inamovibles de la civilización y la cultura que lo rodea. Está lejos por supuesto de constituir un acceso a lo que llamamos en este contexto Visión Mítica. Lo que se dice a los niños, o incluso la utilización de la literatura en tanto que realidad mítica, es utilizada en algunas ramas de la ciencia como la historia para recrear una situación pasada, constituyen un auxiliar secundario. Nadie admitiría que el mito es no sólo una fuente de conocimiento, sino la otra mitad de lo que conocemos como realidad.

Y aquí es necesario hacer una distinción: hasta ahora hablamos de mito como enunciado puramente teórico; criticamos la postura por la cual era una forma de acceder a la realidad de los pueblos llamados primitivos o de todos aquellos en quienes aún no se ha desarrollado el pensamiento racional. Digamos que el mito es una forma de expresar un aspecto de la realidad que nuestra cultura niega, afirmando que sólo existe la otra mitad, la que se observa a través de la percepción ordinaria y que procesa el pensamiento racional.

En este contexto, el ir y venir, el agitarse de nuestra sociedad contemporánea podría observarse de pronto como un mito en movimiento, es decir no sólo como el relato o la narración que siempre lo caracteriza sino como una serie de actividades, como la expresión de un lenguaje corporal. Es por eso que en vez de mito preferimos la expresión Artefacto Mítico Ritual.

Hace algunos años, en ocasión de publicar un ensayo como parte del libro colectivo La Vida está aquí expresábamos que un mito siempre se manifiesta en una sociedad no sólo como un relato, sino como una danza o una serie de movimientos que pueden ser equivalentes a una coreografía y finalmente la consecución de un rito, palabra de la cual quitamos toda connotación confesional y dejamos su sentido original: primero del sánscrito y luego del latín, significando acción: digamos que narrado el mito, se impone la representación corporal del mismo, es decir la expresión a través del movimiento de miembros y partes del cuerpo. Danza y teatro en un sentido original serían las expresiones que completarían el Artefacto mítico ritual

¿Por qué “Artefacto”? Originalmente significa “hecho de arte” es decir un evento un objeto cuyo fin es artístico. Quien rescata el término en este sentido primario es Ananda K Coomaraswamy señalando que si bien la expresión se aplica hoy a un ente aparatoso y un poco inútil, no se corresponde con la etimología que apunta a una obra artística, de modo que un ballet, un cuadro, una novela pueden ser artefactos. En el desarrollo corporal del mito, es decir cuando se actúa el relato, se lo hace buscando la belleza: danzas que muestren cuerpos ágiles, precisión de movimientos y una expresión que colme los sentidos. Lo que se intenta es exponer el mito, de allí la segunda calificación, es decir mítico. La tercera calificación, ritual como dijimos no apunta a lo confesional, sino a cierta actividad humana tendiente a fortificar, vitalizar o restablecer en los casos  que falten los lazos indisolubles entre el ser humano y el cosmos, entendiendo por tal desde el entorno natural inmediato a los vínculos con el cielo como entidad natural.

Para más claridad: quizá fue en el curso de la revolución neolítica, es decir cuando la humanidad dejó su carácter básicamente nómade y se instalara en zonas fijas, cuando dejó la caza y la recolección para ocuparse de la agricultura como fuente de sustento, cuando surgieron los rituales fijos, es decir aquellos que se repiten en ciclos establecidos: en el curso de un día o un año, en el curso de períodos de tiempo determinados. Estos rituales pasaron a tener una significación religiosa en la medida en que las creencias derivaban a lo que hoy son los grandes monoteísmos. Los expertos por así decirlo en este tipo de rituales son los sacerdotes, aquellos que detentan este oficio y que saben fechas y prácticas que dan forma a este tipo de ritos. Casi siempre, tratándose de pueblos agricultores, basados en los movimientos del cielo en relación con la tierra, es decir aquello que resulta significativo para las cosechas.

 

No es a este sentido de ritual al que nos estamos refiriendo, cuando tratamos de establecer el AMR. Se trata de otros rituales que ya existían desde antes, desde el paleolítico cuando los hombres derivaban por la tierra buscando la abundancia de la misma. En ese caso lo que se hacía era crear los rituales, es decir la elaboración de un canto para un objetivo determinado, la coreografía de una danza: aquello que se buscaba conseguir para lograr la salud perdida de una persona o procurar el bienestar de una comunidad, era el fruto de una creación por parte del chamán, o de aquellos que participaran de la visión mítica, basados por un lado en el conocimiento de tradiciones previas y por el otro en la tarea creativa de la imaginación Se trata de lograr desde el ambito de la visión mítica una serie de acciones que tengan resultados en el mundo real. El ritual de este modo, no tiene que ver con entidades divinas ni con ningún contexto confesional. Es simplemente la elaboración de una acción que une la voluntad del terapeuta con la persona a la que va dirigida la energía curativa. De este modo, una limpieza, un acomodo de órganos, o un sortilegio en forma de poema, escrito en un papel arrugado y murmurado apuradamente, tienen el carácter de rituales.



La danza es un rito primario, es decir que se encuentra en los inicios de la humanidad. Destinado a procurar ciertos, objetivos, el baile primitivo podía ser terapéutico, de fecundidad, de invocación, etc. La idea es que cuando se habla de mito o de ambiente mítico, se está planteando antes que el relato, una expresión corporal, una expresión lírica, y finalmente (o en forma simultánea) la historia. Son diferentes lenguajes a los que tenemos acceso, aunque en la actualidad, el mito se reduzca al relato.

La visión mítica es entonces, la capacidad de observar la realidad que nos rodea, junto con los otros seres, como un artefacto mítico ritual, es decir un conjunto de realidades que permiten inferir lo que está ocurriendo sin recurrir a una explicación racional dogmática y excluyente.

Es así que el mito es uno de los primeros abordajes de la humanidad al entorno, a través del compromiso del cuerpo con el AMR. A traves de él se lograba obtener alimento, ejercer la reproducción, amar, crear, etc.

Sin embargo, como todo lo que existe o al menos lo que tiene un nombre según el Taoísmo, el mito también tiene su parte tenebrosa, y la misma se ha manifestado en el momento en que surge la acción bélica, en que la misma se considera necesaria para la supervivencia y de ese modo el mito se dirige a la persuasión de las gentes para que tomen las armas, para que se defiendan de un peligro real o imaginado. Es entonces cuando surgen los mitos de poder que desarrollaremos en otro sitio.

 

 

 

La realidad no racional



Nuestra cultura, la formación que hemos recibido, privilegia el razonamiento. Formulaciones racionales, postulados lógicos: nosotros mismos, lo que nos rodea y el universo entero pueden caber en moldes racionales. De hecho y en términos históricos, esto fue lo que supuso el sistema científico elaborado por Newton: la observación unida al razonamiento lógico permitía establecer con certeza el comportamiento de la naturaleza. A partir de Newton, estas leyes científicas aplicadas a revolucionar la manufactura desataron las revoluciones industriales, proceso que llega hasta hoy con la revolución tecnológica, la IA y todas las consecuencias indeseables que trae aparejado este matrimonio entre la industria y la ciencia, como el calentamiento global, el cambio climático y la amenaza de llegar a loque se ha dado en llamar un punto de no retorno.

Volviendo a Newton, es interesante citar en forma aproximada una de las frases que el científico pronunciara al morir: “fui como un niño jugando en la orilla de una enorme y hermosa playa: apenas recogí unos granos de arena y una gotas del inmenso mar”. Es decir que el pensador o el visionario Newton, confiesa con cierta amargura, que su colosal sistema científico era apenas una parte ínfima de la visión que lo inspirara. Esta afirmación es una de las pruebas del carácter mítico que tenía la ciencia en sus orígenes, es decir el desarrollo de una percepción extraordinaria por parte del científico que privilegiaba el carácter magnífico de la realidad comparado con la endeblez de la trascendencia que proponía la casta eclesiástica.

En otras palabras: la física de Newton sistematiza en forma de leyes la observación ordinaria que surge de la realidad de lo que en ese momento era la filosofía natural, pero todo lo que rodeaba a esa realidad ordinaria, es recién sugerido por el físico en su lecho de muerte. Es que en la vida de Newton, no tenía medios de expresar los productos de su intuición. Su credo protestante era una limitación, aunque quizá los matices heterodoxos de sus creencias, que la Santísima Trinidad era una mentira, por ejemplo, surgieran de esa percepción profunda de la realidad. Otra forma era el creciente racionalismo de la cultura de su época, es decir una filosofía marcada por Descartes que privilegia exclusivamente el costado ordinario de su percepción En otras palabras, no existía, como tampoco existe hoy, una expresión en la cultura que le permitiera a Newton disponer de instrumentos para describir la realidad extraordinaria que acompañaba a la arquitectura de su ciencia.

 

En todo caso, la realidad que se presenta en nuestro horizonte, ese entorno que es parte de nosotros y del cual a su vez formamos parte, tiene aspectos racionales y no racionales. A su vez en las facultades de aquello que conocemos como mente, lo racional es apenas un aspecto. Por usar un lugar común, quizá no sea otra cosa que la punta del iceberg; enorme témpano que oculta otras facultades como la imaginación, la intuición, o la visión mítica. En otras palabras, correspondiendo con el carácter de la realidad que conforma nuestro mundo, hay en el mismo algo que se vincula a lo racional, que puede ser comprendido a través de operaciones lógicas, mientras que otra gran parte por su propia naturaleza sólo puede ser abordada por las facultades no racionales que disponemos y que esta cultura se encarga muy bien de evitar su desarrollo

Ritos chamánicos, administración de plantas curativas y enteógenas, terapias simpáticas, Medicina natural china con todos sus matices: todo eso puede coexistir con la ciencia ordinaria para brindar una atención integral al paciente, como por otro lado se lo practica en muchos países de Oriente en los que las prácticas tradicionales forman la ciencia oficial mientras la medicina occidental, en la que están formados cantidad de médicos, es una alternativa para el que lo prefiera o en los casos en que es indicada.

Sin embargo, la ciencia occidental funciona como un molde al que se debe ajustar todo aquello que aparece en el área de la observación. La obs

 



 

ervación ci

La observación científica aspira a contemplar y entender la naturaleza en su estado más puro, es decir, sin intromisiones del hombre, tal y como lo intentaban los naturalistas del siglo XIX. Sin embargo, hoy se sabe que existe una paradoja al respecto, pues la presencia de un observador en numerosos casos modifica lo observado.

La observación científica requiere de una delimitación muy específica de lo observado, es decir, de que se entienda qué es exactamente lo que se va a observar de un fenómeno de la naturaleza. Esta acotación de los intereses es fundamental para elegir entre qué datos registrar y cuáles n

Por otro lado, se ha de saber qué es exactamente (o qué se presume que sea) lo observado. De modo que la observación no se da en blanco, sino que los científicos poseen una hipótesis previa respecto a lo observado.

Del mismo modo, la observación establecerá categorías para lo observado e intentará explicarlo con los conocimientos previos adquiridos. La observación además se repetirá para verificar los resultados, que luego se intentará reproducir experimentalmente.

 

Es decir, el hecho a observar debe ser rodeado de murallas. No a otra cosa se refiere el párrafo anterior cuando habla de la necesidad de acotar el fenómeno, utilizar las nociones previas y partir de una hipótesis también previa. Es decir la mente encierra al fenómeno en busca de una supuesta objetividad que nunca puede ser tal, si partimos del paradigma de la naturaleza como parte de nosotros y nosotros formando parte de la naturaleza.

Las mariposas disecadas en un álbum, y sujetas con alfileres, pueden enunciar los nombres cientificos con que se las conocen, pero no llegan a lo que es una mariposa volando libre, deteniéndose en las flores, en medio de la danza sin límites de la vida.

Siempre se pone a Darwin como ejemplo de observación científica “seria”. Dice la fuente que hemos citado, al referirse a ejemplos de la observación científica:

 

 

Un perfecto ejemplo de la observación científica lo constituye el viaje del científico inglés Charles Darwin a las Islas Galápagos en Ecuador.

Darwin poseía ya teorías sobre el origen de las especies (que luego publicó en un libro del mismo título) y que había acumulado a lo largo de sus otros viajes y observaciones. De modo que su propósito era observar la biodiversidad desde una perspectiva hipotética específica.

Estando allí, Darwin observó la conducta y la anatomía de las especies locales, comparándolas con las especies halladas en tierra firme, y pudo notar cómo había semejanzas fundamentales entre ambas, a pesar de que no eran iguales en absoluto.

Esto le permitió deducir que al hallarse alejadas tanto tiempo, cada especie se había adaptado a un entorno distinto, dando así origen a una especie diferente.

Darwin empleó más que nada una libreta y lápiz para sus anotaciones, pero quienes lo han sucedido en el estudio de la biología cuentan con muchas más herramientas para comprobar a nivel genético y anatómico las brillantes observaciones hechas por Darwin.

Daría mucho que hablar referirse a Darwin y la teoría de la selección natural. Cabe señalar que las teorías de Darwin forman parte del bagaje cultural de la época victoriana. Es en este período de casi un siglo, donde surgen teorías que formarán las bases de la nueva cultura liberal, del capitalismo que se asienta y consolida. Precisamente es Darwin quien formula la expresión capitalista, promovida en la época victoriana a través de las revoluciones industriales, como la supervivencia de los más fuertes,

La selección natural es un proceso evolutivo que fue descrito por Charles Darwin en su libro El origen de las especies e inspirado en las ideas del Ensayo sobre el principio de la población de Thomas Malthus que establece la supervivencia del más apto o la preponderancia de la ley del más fuerte en un medio natural sin intervención externa, por lo que los individuos menos aptos o más débiles perecen y sus rasgos no se transmiten a las generaciones siguientes al no reproducirse, en contraposición al concepto de selección artificial donde sí existe una intervención directa, por el humano, con el propósito de mejorar los rasgos de los individuos manipulándolos a voluntad. Estrictamente hablando, se define como la supervivencia y reproducción diferencial de los fenotipos de una población biológica. La formulación clásica de la selección natural establece que las condiciones de un medio ambiente favorecen o dificultan, es decir, seleccionan la reproducción de los organismos vivos según sean sus peculiaridades. La selección natural fue propuesta por Darwin como medio para explicar la evolución biológica. Esta explicación parte de tres premisas; la primera de ellas es que el rasgo sujeto a selección debe ser heredable. La segunda sostiene que debe existir variabilidad del rasgo entre los individuos de una población. La tercera premisa plantea que la variabilidad del rasgo debe dar lugar a diferencias en la supervivencia o éxito reproductor, haciendo que algunas características de nueva aparición se puedan extender en la población. La acumulación de estos cambios a lo largo de las generaciones produciría todos los fenómenos evolutivos.

 

En la ciencia, el darwinismo es una suerte de profesión de fe, y actúa como una religión. En la descripción recién comentada, se menciona a Malthus, y la supervivencia de los más fuertes, mientras que los individuos débiles están condenados a morir. Esta es la versión hipostasiada de lo que ocurría durante las revoluciones industriales. La clase capitalista representaba a los fuertes, mientras que los obreros, por ejemplo, los que trabajaban en la industria textil inglesa, estaban condenados a muertes tempranas. Fuertes y débiles: Darwin lleva este esquema - acotado histórica y culturalmente - a la biología y es sobre esta base que construye sus hipótesis.

Las teorías de Malthus y la representación del mundo forjada por la clase capitalista que se impusiera ante la producción en serie y los avances de la revolución industrial, habían forjado este mito de poder, que con muchas variantes sirviera para la construcción de imperios, y el desarrollo de guerras crueles durante milenios. Los fuertes eran los que poseían el capital mientras que los débiles tan sólo disponían de su fuerza de trabajo. Este mito es el que siriviera como base a las hipótesis de Darwin, quien trató de universalizar el relato con el estudio de especies animales y vegetales que le permitieran comprobar su veracidad en términos científicos. Esto no e llegó a lograr plenamente: la evolución sigue siendo una teoría y no se ha convertido en ley, pero forma la base de un credo laico cuyo cuestionamiento es anatema

 

Incursión a Gaia

 



 

En su momento la oposición a Darwin provino de lo que se llamó el creacionismo, es decir de la propia iglesia: se afirmaba que el relato bíblico – convertido a su vez en otro mito de poder, que alimentaba la preeminencia de los estamentos clericales – describía la creación ex nihilo del hombre por Dios, por lo que dicha afirmación basada en la fe no podía discutirse. Como decía recién, la disputa era el enfrentamiento de dos mitos de poder que representaban cada uno de ellos a diferentes sectores sociales: los que protagonizaban el capitalismo liberal tras Darwin y los que buscaban mantener los privilegios del clero. Cada uno de los sectores armado con su propio mito, enarbolándolo uno contra ot ro y afirman que cada bando disponía de la verdad.

En los años sesenta y setenta estuvo de moda el pensamiento de un teólogo jesuita: Theilard de Chardin.
El mismo intenta establecer una síntesis entre las teorías darwinianas y el dogma de la iglesia, pero el clero consideró que esto no era posible, y a partir de entonces se prohibieron todas sus obras.

En el siglo XX, otra teoría llega a rozar y cuestionar el darwinismo. De hecho algunas de sus prolongaciones lo hacen definidamente: se trata de La hipótesis Gaia: ...es un modelo interpretativo que afirma que la presencia de la vida en la Tierra fomenta unas condiciones adecuadas para el mantenimiento de la biósfera.​Según la hipótesis Gaia (cuyo nombre es tomado de la diosa Gaia), la atmósfera y la parte superficial del planeta Tierra se comportan como un sistema donde la vida, su componente característico, se encarga de autorregular sus condiciones esenciales tales como la temperatura, composición química y salinidad en el caso de los océanos. Gaia se comportaría como un sistema autorregulado, que tiende al equilibrio. La hipótesis fue ideada por el químico James Lovelock en 1969 (aunque publicada en 1979), siendo apoyada y extendida por la bióloga Lynn Margulis.

Lovelock estaba trabajando en ella cuando se lo comentó al escritor William Golding, siendo este quien le sugirió que la denominase “Gaia”, diosa griega de la Tierra (Gaia, Gea o Gaya).



La hipótesis Gaia entonces, sugiere que hay cierta intencionalidad en lo que hace al medio ambiente, los elementos naturalesm, es decir todo aquello que consideramos inerte, y el desarrollo de la vida. Influenciado por la tendencia darwinista de la comunidad científica, con posterioridad Lovelock el creador de la teoría, negó que esto fuera así, es decir que la tierra fuera una entidad con voluntad propia, variación de su teoría a la que se califica como “metafísica”. De todos modos, esto es lo que surge de la visión mítica (incluida la cosmovisión que comparten la gran mayoría de las comunidades aborígenes): los seres humanos y todos los seres vivientes forman un ser de múltiples aspectos; lo que percibiera Lovelock fue un aspecto de esta no separatividad.

Dijimos más arriba que en sus orígenes, la ciencia se presenta como una verdad mítica. Los inicios de la ciencia tenían en cuenta la visión mítica, y procuraban contrapesar antes que nada la rigidez y el dogmatismo de la iglesia al abordar la realidad. En ellos había una sed de tomar un contacto directo con los elementos naturales, al margen de las anteojeras divinas impuestas por el clero. La misma sed que se presenta entre quienes aspiramos a desarrollar y perfeccionar lo que llamamos visión mítica, ya que una evaluación precisa del entorno, del mundo, es lo necesario para cambiar la realidad, para favorecer el crecimiento de la vida en su fluidez original, derritiendo y derrumbando todo tipo de dogmas.

Volviendo a Gaia, además de la postulación original de Lovelock, nos detendremos en el libro
Teoría Gaia Orgánica de Carlos Castro Carranza. En el mismo el autor se propone sacar todas las conclusiones de la teoría primaria, en especial las que incluyen el mundo como un enorme ser vivo. Transcribo un fragmento de la primera parte.



La intuición de que la Tierra es un ente vivo ha circulado y permeado en algún momento casi todas las culturas. En muchas culturas de cazadores recolectores es muy frecuente el animismo, la idea de que todo lo que nos rodea está viv o y tiene alma. Incluso la idea de que el conjunto del cosmos es una entidad viva es bastante común. De ahí que para estas culturas no sólo merecen respeto los animales y las plantas, sino el Todo, que se identifica como un ser vivo. En la antigüedad de nuestra cultura (la que hoy llamamos occidental) romanos y griegos dan un carácter de diosa a Gea o Gaia, la madre Tierra. Así, Tales de Mileto compara a la Tierra con un animal. Y para Anaximandro y Pitágoras la Tierra es un organismo. La idea no muere en el Renacimiento: Para Gilbert (1600), redescubridor de la brújula, la Tierra es un organismo con una especie de instinto de supervivencia. Y Kepler, el astrónomo, la trata en sus escritos como si estuviese viva.

Añade el autor al comparar Gaia con las teorías darwinistas:

Los organismos se adaptan a su medio ambiente por medio de la competencia y la selección natural según Darwin. Pero Gaia lo que hace es adaptar el medio ambiente para sí misma (y para los organismos que habitan en la biosfera), con lo que son dos fuerzas diametralmente opuestas. Si te adaptas no tienes que adaptar el medio. Si adaptas el medio (tecnología) ya no hay necesidad de adaptación. El resultado final va a ser que Selección Natural y Gaia no son compatibles. Curiosamente la solución ante esta contradicción no es minimizar la teoría de Gaia, como se ha hecho, sino la del darwinismo y con él el neodarwinismo. Además, hay que hacer a Gaia mucho más fuerte que lo que se ha atrevido a hacer de ella el mismo Lovelock (quien ha ido reculando poco a poco en estas últimas cuatro décadas). La intuición inicial de Gaia, como organismo, resulta ser la que a mi modo de ver, mejor encaja con los hechos observacionales (del evolucionismo y de la ecología). Es decir, Gaia es un organismo evolutivo de pleno derecho, como lo puede ser una colmena o un termitero

 Es decir desde la visión mítica es necesaria una completa crítica a la ciencia, un cambio de paradigmas. Es interesante el aporte que la visión científica brinda al cambio climático, los recursos que ofrece para detener la transformación del planeta, pero debe recordarse que la misma ciencia, unida a la producción industrial, fue la causante de los trastornos que se sufren hoy.

La completa crítica a la ciencia deberá encuadrarse en un abandono de cualquier forma de dogma o fe ciega, negativa esta que abarca tanto a la ciencia como a las diferentes religiones y a las postulaciones que desde la política levantan a líderes carismáticos, cuya autoridad se basa en una suerte de magnetismo personal y especialmente en una feroz manipulación de las redes sociales para torcer las opiniones de la masa.

 Ver todas las entradas sobre el tema en el blog VIAJAR EN MITO - Gocho Versolari

GOCHO VERSOLARI

VIAJAR EN MITO 05 - Bosque, ciencia y una incursión a Gaia

25/03/2024 2403257485114

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