(Imagen creada por Inteligencia Artificial) Se desliza un suspiro tan leve que los muelles lejanos...
Reflexiones sobre el viejo hábito de amanecer y anochecer
Amanece. Por costumbre,
por el simple hábito que acompaña
al café matutino,
elevamos el sol
según la creencia que flota sobre el mundo:
una enorme serpiente
con un movimiento muy veloz
en las postrimerías de la noche,
nos convence a cada uno
que llegará la luz,
que se quedará sobre las cosas y los seres,
que no regresará a los negros vertederos,
al menos hasta cumplir ese redondo círculo,
ese transcurso de horas y bostezos,
de hambres y de muertes
que llamamos jornada.
Con rostro inocente,
túnica verde, pies desnudos,
llegas en el crepúsculo
y logras convencerme
del descanso de las luces;
me dices
que un buitre azul extenderá la noche,
prado de cielo y sal,
silencio y sombra
en el que recorreremos las cavernas
en busca de monstruos desatados;
en busca
de antiguos destellos cenicientos
y sueños de doncellas escondidas.
No te alejes.
En la arena del tiempo
seguiré tus huellas despojadas
cuando se agoten las sílices, los besos,
las miradas azules,
los recovecos de la carne,
las flatulencias del espíritu;
cuando se quiebre
el alambre de seda con el que me ataras
para que no acuda a las voces melodiosas
de mis abismos;
para que espere
el regreso del sol
De OBRA POÉTICA DE GOCHO VERSOLARI - Blog de poemas
GOCHO VERSOLARI