me siento en la cajuela de mis sueños
veo mis vidas
rotar, mostrarse, a veces angustiadas,
a veces lúbricas.
Las vidas que viví,
y las que viviré
grávidas de pisadas y de peces;
forman una rueda
que gira
y gira
y el crepúsculo abre
las cavernas oscuras en los cielos.
En estos años
he aprendido a recuperar la fuerza de mis vidas.
Otrora
me llenaban de dolor y de agonía;
ahora,
calientan mis vísceras,
y abren los ojos de mis plantas
para que en cada paso
pueda ver los guiños que me llegan
del centro de la tierra.
En estos años
he aprendido a unir mis vidas
a transformarlas
de ríos pequeños a mares sudorosos
donde me baño a diario
Cuando el dolor se transforma en delirio
caracolean los caminos del tiempo
y llegas descalza
y colocas tus empeines en mi vientre
y enciendes las luces de la madrugada.
Con un gesto de tu voluntad
disuelves mis serpientes
y mi vejez se rompe y los fragmentos
se disuelven en el mar de las vidas
hasta que llega la alborada,
el cansancio,
con la alegría suave, la certeza
del fuego que se enciende
del águila
que no ha olvidado su silente canto
mientras el poderoso dragón de la mañana
inaugura bosques y praderas
a pesar de la muerte
que cae en suaves brumas desde el sol.
GOCHO VERSOLARI
Variación sobre la rueda de mis vidas
