Una tarde
llegó un dios con la forma de una abeja,
clavó su aguijón en tu entrecejo
y desde entonces brilla
poderoso y tenue,
sobre el enorme escarabajo de la tarde
Hoy llegué a tu cuerpo,
centro de peregrinos, de suicidas
centro de cantos, de abluciones
y de sueños necrófilos.
Hoy
llegué a tu cuerpo. Lavé tus pies
en la tinaja del crepúsculo
mientras caía la estrella del dolor
en el dios que conservas
en tu entrecejo azul.
Ahora
los silencios se apelmazan en tu cuello
y rompe las tinajas de tus ojos
el exilio del dios.